Cuento de Navidad: Un mundo de ilusiones

Aquel día comenzaban las vacaciones escolares y paseábamos por las calles mirando las tiendas, juguetes, vestidos, tartas, chocolates. Las luces iluminaban el centro y la iglesia exponía su belén con figuras gigantes. Al salir una mujer con un bebé en los brazos nos miró suplicante, tenía un cartel escrito que contaba su historia pero no le prestamos atención. Pasamos de largo con las prisas de las compras, cargados con bolsas y paquetes. Nuestra casa estaba situada a las afueras del pueblo, por la ventana las luces se asomaban iluminando el salón. Mi padre había instalado el belén y mi hermana pequeña y yo ayudábamos a componer las figuras mientras mi madre decoraba la casa con adornos de colores, flores, campanillas, regalos y dulces en la mesa. Es hora de acostarse, mañana será un día lleno de sorpresas. Me dormí con la imagen del pueblo encendido. De pronto desperté en el gran hielo del polo abordo de un trineo tirado por dos renos blancos, aquellos de los cuentos que me había leído el abuelo, todo a mi alrededor brillaba de puro blanco, nos deslizamos a toda velocidad hasta la ciudad, las casas estaban cubiertas de nieve, los niños patinaban forrados de guantes y gruesas bufandas mientras los mayores les contemplaban alegres bajo los gorros peludos con vasos de papel humeante de rico chocolate. Los renos resoplaban, me llevaron a una casa a las afueras de la gran ciudad de cúpulas de colores cuyas paredes parecían caerse, la oscuridad y el frío me hacían temblar, una tenue luz proveniente del fuego iluminaba los rostros apagados de varias familias, mujeres con ropajes raídos preparaban cacillos de sopa, otras cargaban leña junto a los hombres que amontonaban utensilios a modo de combustible para echar al fuego. Los niños se apresuraban a sentarse alrededor extendiendo las manitas para calentarse, algunos conservaban algo parecido a unas manoplas recortadas de punto. Uno de ellos se giró y me sonrió con la carita sucia, y yo le dí mi bufanda. Una fuerte ráfaga de viento me llevó de vuelta al trineo, fue entonces cuando descendimos a toda velocidad por los aires, miles de luces brillaban en una ciudad llena de rascacielos, torres altísimas que los renos esquivaban mientras me sujetaba a la barra del trineo. En medio de una enorme avenida, todos parecían tener prisa, iban cargados de bolsas y paquetes de colores, los niños se relamían con el algodón dulce y grandes piruletas rojas. Y entonces fue cuando le vi entre la multitud, un niño mayor sentado al pie de una farola cruzaba los brazos bajo un viejo abrigo y de vez en cuando tendía la mano esperando una limosna; la gente pasaba a su lado sin al parecer percatarse de su presencia, le rozaban con sus largos abrigos sin molestarse en leer un recorte de cartón a sus pies: “Feliz Navidad, por favor una ayuda para comer”. Apenas tuve tiempo de rebuscar en los bolsillos, soltar todo cuanto tenía y quitarme el abrigo, cuando me elevé de nuevo por los aires, un cálido viento me acariciaba el rostro, un inmenso océano azul se extendía a mis pies, sobrevolamos una preciosa playa de arena blanca y bonitas casas, ahora mis rápidos amigos movían sus patas a través de verdes montañas, sin embargo, aterrizamos en un poblado de chabolas lleno de escombros. Alrededor de los pequeños chamizos, los niños recogían objetos entre las basuras como si fueran valiosos tesoros y los adultos sujetaban múltiples enseres de plástico, madera, hojalata en viejas bicicletas; la mayoría llevaban chanclas de playa. Una niña de ojos negros y tez oscura se me acercó y se detuvo frente a mí. Me quedé paralizado sin saber bien qué hacer mientras ella me contemplaba con curiosidad, entonces bajó la cabeza y señaló hacia mis zapatos de piel, una idea cruzó mi mente y en un instante me descalcé al tiempo que un reno me recogía con su hocico y me sentaba en el trineo volante. Dentro de mí sentía una emoción más fuerte que el vuelo por los aires con los ciervos mágicos, mi cuerpo parecía flotar, en mi mente se sucedían imágenes con niños sonriendo, familias felices celebrando la navidad. En las islas del Pacífico regalé mi medalla a un niño desnudo de ojos achinados y en algún lugar del continente africano dejé mi mochila llena de juguetes en un poblado de chozas, me despedí muy feliz al escuchar los gritos de júbilo. Una familia trabajaba la tierra en un arrozal del Asia meridional, los niños chapoteaban con sus delgadas piernecitas en la ciénaga salpicándome, me enjuagué la cara, me despojé del reloj y continué mi viaje por tierras del Medio Oriente, modernos edificios albergaban lujo y brillo en los hogares y mesas repletas de manjares. Proseguimos veloces atravesando un desierto infernal, un convoy de soldados avanzaba junto a una familia con un bebé, caminaban en hilera arrastrando bultos pesados, protegidos tan solo con sus mantos, huían de las bombas y las ráfagas de metralla. Le susurré unas palabras a los renos y abandoné el trineo con las alforjas repletas de leche, pan y manteca. La madre me sonrió y el padre se apresuró a cargar el equipaje. De repente, un estruendo seguido de un remolino de viento me devolvió dando vueltas por el cielo hasta el calor de mi hogar. Acurrucado en mi cama, me desperecé muy relajado y contento, todo estaba en su sitio, mi hermana cantaba en su dormitorio villancicos del colegio y la cocina desprendía un aroma a cacao. Todo había sido un sueño, un precioso sueño que había fabricado quizá por la colección de cuentos y por las historias que escuchaba a los mayores del mundo. Me arrodillé junto al belén e hice avanzar las figuras de los reyes magos con los regalos. De pronto, me asomé a la ventana, una enorme estrella fugaz cruzó el cielo ¡allí estaban los renos blancos! La mujer que pedía en la iglesia estaba sentada en el trineo mágico con el niño en su regazo y un hombre sonreía a su lado, volaron hacia las estrellas y yo me quedé absorto con la nariz pegada al cristal. La navidad se instaló en mi corazón por siempre jamás. 

(Publicado en A21 diciembre 2018)

Esas, no volverán

Esas, no volverán es la historia testimonial de la autora Cristina Eguíluz. Un libro cuyos pasajes de la infancia escribió hace más de diez años y volvió a reescribir como preludio de una vocación interrumpida y retomada con determinación. La novela autobiográfica refleja la sociedad en la que vivió su infancia y adolescencia dentro de un círculo concreto en el cual se desarrolla la vida cotidiana: en el seno familiar, el barrio, el colegio y durante las andanzas vacacionales; escenas costumbristas con el cambio social como telón de fondo. Perteneciente a una clase tradicional desplazada, defiende los valores y principios de aquella sociedad en la que se educó, una sociedad que se aleja para no regresar, como aquellas golondrinas de Bécquer.

"Esas, no volverán", Cristina Eguíluz Casanovas                                Publicado por Ediciones Vitruvio

Esas, no volverán

Ateneo online: 
       ediciones Vitruvio presenta Esas, no volverán

Ediciones Vitruvio presenta el foro este fin de semana de DICIEMBRE para escuchar a la autora y adquirir la novela dedicada, sin gastos de envío (pinchar el la fotografía)

Ediciones Vitruvio presenta el foro a partir del viernes 20 de diciembre a las 19:30  para escuchar a la autora y adquirir la novela dedicada Esas, no volverán

Esas, no volverán por Cristina Eguíluz
 

LIBRERÍAS: Terán, Miraguano, Lemos, La Casa del Libro... ¡¡ YA A LA VENTA !!

 

Soñar un Nuevo Día

 

Por fin hablar, expresar, comunicarme
¿vivir?

 

 

 

Efecto PÉNDULO: un día, una imagen

DIRIGISMO y no LIBERTAD   >> pinchar foto

Gracias 7TV Málaga, este será el principio, que no sea una "escena", porque quienes tienen el poder de hacerlo, aún no me permiten ser yo misma, ni la elocuencia, ni el contenido más relevante, ni siquiera mi físico, con el dolor de un pinzamiento, unos pies malogrados y el sueño perturbado. ¡Adelante! Empiezo a comunicarme: 

https://7tvandalucia.es/malaga/noticias-7-malaga/9-135-03-04-2024-noticias-7-malaga/84867/

(pinchar enlace, entrevista min. 9:40)

Leer la charla con la autora (pinchar)



"Soñar un Nuevo Día"
 

Un camino abierto a la esperanza

Soñar un nuevo día, anterior a otros muchos testimonios sobre la situación del sistema penitenciario español, refleja una situación que debía de haber salido a la luz hace años, cuando el hacinamiento en las cárceles hizo replantear las condenas de privación de libertad por la justicia restaurativa en la época en que comenzaron a surgir los casos mediáticos por corrupción. La trama novelesca se enmarca dentro del recinto carcelario, una pareja de internos se conoce en las cocinas centrales de la prisión de Soto del Real, ambos seguirán el difícil camino hacia la libertad unidos por la ilusión de retomar sus vidas fuera; una de las distintas historias entrelazadas de los distintos personajes, historias tomadas de la realidad de presos comunes con un destino marcado por sus orígenes, así como de corruptos imputados y terroristas en primer grado. Condenas vividas de forma diversa, con la intención de mostrar una vía alternativa y un final abierto a la esperanza.

 

 

Entrevista a Cristina Eguíluz

Europa Ediciones Entrevista a la autora de Soñar un Nuevo Día

¿Qué representa la libertad para usted?

Gracias. La libertad reside en poder elegir.

La palabra libertad tiene muchos matices y estos dependen de las circunstancias de quien estemos hablando. Pero las circunstancias pueden variar y dentro de ese ámbito, ya sea una persona residente en un país occidental o un indígena del Amazonas, dentro de sus circunstancias, ¿tiene posibilidad de elegir en sus acciones y su forma de vida?

En enfoque contrario es la falta de libertad, menos oportunidades, menos medios, menos poder de decisión. Quién o quiénes nos dirigen por ese camino trazado, nos facilitan o restan opciones de vida, es un discurso que debe arrancar y comenzar a hablarse en esta nueva sociedad del siglo XXI.

Unos se encuentran en posiciones jamás soñadas por sus progenitores mientras otros son desplazados de su propia casa, porque nunca la realidad ha estado más lejos de la verdad.

La última reflexión es el determinismo, cuando aparentemente el individuo goza de la libertad de elegir –pongamos el caso de un ciudadano medio en un país desarrollado y democrático—éste escogerá dentro de sus preferencias, unos estudios, una pareja, un lugar de residencia… Pero, ¿y si sólo se le presenta un trabajo o ninguno? Un compañero o compañera, o ninguno. Una sola vivienda donde establecerse, o ninguna. Un único candidato encaminado al poder...

¿ Dónde estoy ? Where am I ?

Libre es quien puede elegir
Ser y permanecer siendo 
Vivir y no seguir viviendo
 

Madrid2013

Escritos libres

 Sortear obstáculos se convirtió en una forma de vida, y los saltaba! Después el laberinto, destinos forzados, personas oportunas, sin posibilidad de avanzar

"...deambulaba por las calles del Madrid antiguo, un pueblecito con vida propia insertado en la gran urbe"

Abril
2023

Vivir
La culpa se transmite de unos a otros sin llegar a conocerse al verdadero causante, al oculto. Poco a poco se disuelve con el paso del tiempo... restan los posos

¡ Qué buena doctrina la del perdón ! 


Donde había oscuridad encontró luz
consiguió desechar los malos pensamientos Y se situó por encima de los malentendidos
entonces llegaron los accidentes continuados
 y
las escenas conducentes a ensombrecer, dejar en mal lugar

¿Circunstancias? 
Las circunstancias pueden variar, la verdadera esencia del yo reside en la voluntad, vivir según mi criterio, poder desarrollar mi vocación, sin manipulación del destino. 
Elegir según mis talentos, decidir sin intervención del oculto
Ser y permanecer siendo
Vivir y no seguir viviendo

¿dónde está el cruce de caminos? 
Oportunidades

Elegir sin incidentes 
Suprimir La Regla de la Compensación


 

Su camino se interrumpía una y otra vez alejándole de las verdaderas oportunidades

Los libros de casa

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